qué te hace humano

lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Por qué coincidir?

Siguiendo el tema anterior, parece clave el asunto de la "coincidencia". Hablando de correlativos es inmediato saltar al pensamiento de qué vincula al individuo con la sociedad, pues en algo deben coincidir, pienso. 
Pero antes de explorar los puntos en los que el individuo y la sociedad se tocan, debo advertirte que este paso mental (de sospechar que hay un vínculo entre dos correlativos) es un tanto falaz. Hay un error en el proceso mental de entender los correlativos cuando asumimos que debe haber un tercer término que los vincule, en lógica esto se conoce como "falacia del tercer hombre" y quiere decir que nuestra mente no fue capaz de entender la correlatividad como tal y que sigue empeñada en que haya una mediación, en este caso entre el individuo y la sociedad, mediación que se repetirá ad infinitum, pues algo  mediará entre la mediación y el individuo, y así.

 Por sentido común algo relaciona al individuo con la sociedad, pero en sentido lógico no existe "algo" que los vincule, son correlativos y punto. Entonces, ¿qué entender como vínculo en estos fenómenos? Cuando la sociedad se pervierte decimos que sus integrantes también lo están, cuando los individuos están inconformes, se dice que la sociedad está enferma, se habla también de un ánimo en la población, etc. Pueden entenderse estas afirmaciones como analogías de lo micro a lo macro y viceversa, pero lo que nos interesa es pensar ¿qué me hace ser un individuo, si lo que me conforma es una generalidad a la cual no tengo acceso como "yo" o como "Lucía Artlees"?

Por ahí dicen que dicen...que el indiviuo/sujeto es un fenómeno moderno, donde no existe un sustrato que lo valide sino un conjunto de fenómenos convergentes que lo conforman. Nadie nace siendo nada más que un conjunto de cromosomas ( y hasta eso es puesto en duda); somos un proceso de subjetivación. Nos hacemos sujetos cuando nos insertamos en la sociedad y  comienzan a darnos etiquetas: "mujer", "hombre", "niño", "estudiante", "pobre", "sano", "ciudadano",  "heterosexual", etc. Estas etiquetas, tan "normales" como parecen son dispositivos. Nos disponen a actuar de cierto modo, nos condicionan. De esta manera, si se es mujer se usa falda, si se es sano no se fuma, si se es ciudadano se tienen derechos, si se es pobre se trabaja, etc. Como pudiste notar "se" es el pronombre impersonal que se utiliza para hablar de lo que "se" espera que seamos. Nada está dicho para lo que podemos ser, sino que ya "se" ha establecido lo que se debe ser.

El asunto es delicado, no se trata sólo de provocar ese espíritu lángido de libertad que poseemos la mayoría de los individuos sino de poner el acento en la cuestión: ¿qué puedo ser? Es insulso ponernos en contra de los dispositivos o instituciones, no porque no valga la pena, sino porque estaríamos creando otros más: quien no quiera ser "heterosexual" será "homosexual" o "asexuado", quien no quiera ser "hombre" será "transgénero", quien no quiera ser ciudadano será "ilegal", etc. Los procesos de subjetivación son históricos, todos son dinámicos y no siguen reglas de individuos. No hay un gobierno, necesariamente, que disponga de sus ciudadanos, el proceso de subjetivación es en parte azaroso.

Considero adecuado tomar encuenta el asunto de los dispositivos, pues nos pone en claro que ser "humano" puede ser un dispositivo más. Cuántas veces no se habla de humanidad para lograr ganancias económicas, adeptos religiosos, mansedumbre política,etc. De esta manera, la pregunta "qué puedo ser" se transforma en "qué soy", dejando solo al "yo" como entidad capaz de responderla, lo absurdo es que "yo" es la única respuesta: yo soy yo. Asi, trágico y paradógico es el nacimiento  del individuo, la soledad lo acompañará siempre y lo hará como algo que no quiere. Por eso el individuo quiere vincularse con el otro, con la sociedad. Quiere no estar sólo, quiere coincidir. Quizá por ello cae en la falacia del tercer hombre, porque si hay una mediación entre algo, la habrá entre todas las cosas, quizá todo tenga que ver con todo, quizá "yo no sea yo" sino también otra cosa.

Al final creo que nos gusta el "también" así como nos disgusta el "sólo", en ejemplos simples preferimos ser también humanos que sólo humanos, ser también amigos que sólo amigos, ser también estudiantes y no sólo estudiantes, etc. Nos movemos por las coincidencias, queremos ser conformes con los demás, o sea, parecernos a ellos (no a todos, claro), vivir en el mismo tiempo, decir "es mi contemporáneo", o vivir en el mismo sitio "mi paisano", que nos digan, a veces, "son igualitos", compartir las mismas ideas. El también nos hace sentir a gusto, y a disgusto también. 

Hay un sentido compartido en todos los individuos: también queremos ser eso otro, queremos asimilar nuestra sociedad, sentirnos plenos en ella o borrados (como mencioné en "comunicación"). Queremos no ser sólo yo sino también algo dispuesto a coincidir.